El gobierno de Xi Jinping puso en marcha ejercicios militares con fuego real alrededor de Taiwán, que simularon un bloqueo de puertos clave durante dos días. La maniobra, denominada “Misión Justicia 2025”, tuvo un carácter punitivo y disuasorio y fue presentada como una respuesta directa a la reciente aprobación de una multimillonaria venta de armas de Estados Unidos a la isla.
El operativo incluyó destructores, fragatas, bombarderos, drones y tropas del Ejército Popular de Liberación, que realizaron entrenamientos contra objetivos marítimos al norte y sudoeste de Taiwán. Según fuentes militares chinas, los ejercicios apuntaron a ensayar la capacidad de combate conjunto y el control de zonas estratégicas, en un contexto de creciente competencia regional.
Desde Beijing, el Ministerio de Relaciones Exteriores advirtió que cualquier intento de frenar la reunificación “está destinado al fracaso” y cuestionó el rol de Washington. La venta de armamento aprobada este mes por la administración de Donald Trump, por un monto de 11.100 millones de dólares, fue señalada como un factor de desestabilización que empujó al estrecho de Taiwán hacia una situación de mayor riesgo.
Las autoridades taiwanesas denunciaron que algunas zonas de los ejercicios se ubicaron a menos de 12 millas náuticas de su costa y afectaron rutas internacionales. El gobierno de Taipéi calificó las maniobras como un acto de intimidación militar y reportó la presencia de decenas de aviones y buques chinos en las inmediaciones de la isla.
La escalada militar se inscribió en una estrategia más amplia de presión política, diplomática y militar de China sobre Taiwán, bajo el principio de “Una sola China”. En paralelo, la tensión se extendió al vínculo con Japón y reforzó un escenario regional cada vez más atravesado por la disputa entre Beijing, Washington y sus aliados en el Indo-Pacífico.