
Carlos Saúl Menem fue el primer y, hasta ayer, único expresidente argentino que fue privado de su libertad bajo un gobierno democrático. Su detención se produjo el 7 de junio de 2001, en el marco de la resonante causa por la venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia, y marcó un antes y un después en la historia judicial argentina.
La medida fue dictada por el juez federal Jorge Urso luego de que Menem se negara a responder preguntas durante una declaración indagatoria a la que había sido convocado. En ese contexto, el magistrado le comunicó que quedaba detenido como presunto jefe de una asociación ilícita y coautor de falsedad ideológica.
El contexto político era de una gran efervescencia. El país se deslizaba hacia una de sus peores crisis económicas y sociales, que culminaría meses después con el estallido de diciembre de 2001. La detención de Menem, entonces una figura central de la política argentina, generó un impacto sin precedentes y puso en el centro del debate la independencia del Poder Judicial y la igualdad ante la ley.
Menem fue trasladado a la quinta de su amigo y exfuncionario Armando Gostanian, en Don Torcuato, donde el expresidente cumplió un arresto domiciliario que duró 167 días. El lugar se convirtió en un inusual centro de reuniones y negociaciones con varias figuras de la política, mientras la crisis económica se profundizaba.
La situación política ya debilitada del gobierno de la Alianza, con Fernando de la Rúa de Presidente y Domingo Cavallo como ministro de Economía, se vio aún más afectada con la victoria del Partido Justicialista (PJ) en las elecciones de medio término del 14 de octubre de 2001. El revés electoral fue para el oficialismo un factor adicional de presión en el escenario político.
Finalmente, el 20 de noviembre de 2001, la Corte Suprema de Justicia dictó un fallo crucial en la causa. El máximo tribunal determinó que la existencia de una asociación ilícita no había sido probada y que el delito de falsedad ideológica en los decretos secretos utilizados para la venta de armas era imposible de configurar.
Como resultado de esta decisión, tanto Menem como su excuñado Emir Yoma fueron puestos en libertad ese mismo día, culminando así un capítulo de casi seis meses de detención domiciliaria.