10.02.2021 / Economía

Acumular reservas y "desacoplar" precios locales de internacionales: ejes de informe de economistas del FDT para 2021

Un trabajo de integrantes del oficialismo bonaerense sostiene que tras la crisis provocada por la pandemia, que se montó sobre la que desató el macrismo, se observan indicadores que auguran optimismo para el 2021. Sin embargo, advierte como amenazas el deterioro del nivel de reservas y el impacto interno de la suba de los precios internacionales de los alimentos.




Un grupo de economistas y dirigentes del Frente de Todos de la Provincia de Buenos Aires elaboró un completo informe en el que se traza un balance sobre el desempeño de la economía nacional durante al año 2020, con la considerada herencia de Cambiemos incluida, y además se analizan los principales desafíos de cara al 2021 bajo la expectativa de que no perjudiquen lo que podría ser el inicio de un "ciclo expansivo".

El trabajo titulado "Análisis de coyuntura económica" fue elaborado por un equipo integrado por el ex viceministro de Economía de la Nación y actual secretario administrativo del Senado provincial, Roberto Feletti; el ex senador de la provincia de Buenos Aires, Juan Manuel Pignocco; el ex titular de la Agencia de Recaudación de la Provincia de Buenos Aires (ARBA), Martín Di Bella; el contador Diego Perrella y la Dra. Érica Pinto.

Tras recorrer brevemente las consecuencias de los cuatro años de gobierno del ex presidente Mauricio Macri y lo que significó en materia de indicadores que a esa herencia se sume la pandemia del coronavirus, los autores destacan determinados indicadores que permiten avizorar con optimismo al 2021, incluso mayor al que surge del presupuesto oficial. 

Señalan que se observa un “freno al hundimiento profundo de la actividad que tuvo su peor momento en el II trimestre de 2020, en el pico del aislamiento social y la consecuente parálisis de la economía” y consideran que “ese deterioro comenzó a ser revertido en el III trimestre 2020, una vez que ya se habían restablecido algunas actividades con protocolos sanitarios e impactaban de lleno las medidas de sostenimiento de los ingresos populares, como el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y el Programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP)”.

Según evalúan los especialistas, que este año se inicie un ciclo expansivo incluso superior al 5,5% del PBI pronosticado en el Presupuesto Nacional depende principalmente de dos políticas que dependen del Gobierno. En primer lugar, "que se complete el plan de vacunación en curso, lo que permitiría un pleno despliegue de la producción y el consumo sin riesgos sanitarios"; y en segundo orden, "que se avance en la ejecución de los ambiciosos programas de obra pública contenidos en el Presupuesto Nacional y de la Provincia de Buenos Aires, de modo que apalanquen la demanda agregada y la actividad privada".

Sin embargo, el trabajo pone blanco sobre negro al advertir que “ese sendero positivo presenta amenazas que pueden complicar la recuperación” y cita a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y su frase respecto de que los resultados de la reactivación no resulten "apropiados por tres o cuatro vivos".

Según los autores, evitar esa situación dependerá de la capacidad del Gobierno para poner en práctica ciertas medidas tendientes a que la reactivación sea inclusiva.

En primer lugar, el documento señala que una de las principales amenazas es la inestabilidad del sector externo, ya que la solvencia del mismo -sobre todo en una economía emergente de tamaño medio como la argentina- es fundamental para sostener las políticas monetaria y fiscal expansivas destinadas a estimular la demanda. Por eso, advierten que para que la decisión de “poner plata en la calle” no derive en volatilidad de precios y del tipo de cambio es necesario que el Estado sostenga el equilibrio externo y pueda atesorar divisas en el Banco Central.

En segundo lugar, los técnicos consideran que 2021 anuncia un escenario internacional favorable para el flujo de divisas hacia las naciones emergentes de la mano de las medidas adoptadas por los Estados Unidos y China -las dos economías más grandes del mundo- frente a la pandemia.
 
En ese punto, el trabajo sostiene que existe un aumento del flujo positivo de divisas por mejoras en los precios de las materias primas alimenticias (“dólares comerciales”) y los recursos de capital líquidos (“dólares financieros”) en procura de una mayor rentabilidad que la ofertada por una tasa de interés “planchada” en los Estados Unidos, que genera perspectivas positivas para la Argentina.

Esta combinación de decisiones políticas de China y EEUU (recursos para sostener la actividad interna por parte de los primeros, aumento de la base monetario desde la FED por parte de los segundos) derivó en una fuerte suba del precio internacional de los granos y otros alimentos como la carne. Sin embargo, este efecto benéfico del comportamiento del mercado internacional no se tradujo en un abastecimiento del mercado interno en cantidades y precios locales razonables.

El informe resalta que “las regulaciones vigentes en el 2020 no han obrado como un freno para evitar que la escalada del precio del trigo y el maíz en el exterior impulsara al alza los precios internos de los consumos finales derivados de esos granos”.

Es con ese diagnóstico que los autores enfatizan que para evitar el daño de esta segunda amenaza es necesario “trabajar con volúmenes de saldos exportables de trigo y maíz netos de los requerimientos de consumo interno”, cuestión a la que consideran clave “si se desea aprovechar la ola internacional correctamente”, y así destacan “la necesidad de desacoplar los precios internos de los internacionales para impedir que la suba de estos últimos se transmita al mercado local, provocando una inflación definida por políticas económicas decididas en el exterior”.

“Es imperioso no importar la inflación de precios externos porque en el caso de nuestro país impacta directamente sobre los alimentos de consumo masivo”, sentencia el documento.

Finalmente, el  texto traza un esquema de “fortalezas y debilidades” del sector externo durante el año pasado. La columna que expone los logros obtenidos, exhibe tres tópicos muy importantes para otorgar solidez al devenir del movimiento de divisas: superávit comercial de U$S 12.500 millones; una reestructuración sustentable de la deuda con el sector privado; y el control de movimientos de la Cuenta Capital, sumado a una devaluación competitiva.



Pero a pesar de eso, “las reservas internacionales en el Banco Central experimentaron una baja anual del 12%; el Riesgo País no disminuyó en forma significativa -de modo de permitir un ingreso de divisas relevante en el marco de la liquidez internacional abundante-; y no se logró reducir la diferencia entre las cotizaciones de los distintos tipos de cambio, para alejar así maniobras especulativas y favorecer la afluencia de dólares”.

A partir de lo anterior, los economistas evalúan que “el Ministerio de Economía y el Banco Central deben tomar nota de lo ocurrido y adoptar medidas que permitan proteger el superávit de la balanza comercial atesorando reservas y, a la vez, achicar los indicadores negativos -Riesgo País y brecha cambiaria- que pesan sobre las cuentas externas”.